Saint-Pourçain-sur-Sioule cerca de Vichy Francia
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Francia
-Una vez salimos de Andorra nos dirigimos hacia el norte de Francia dirección Vichy donde teníamos reservado el hotel en Saint-Pourçain-sur-Sioule que está a mitad de camino de nuestro destino en Alsacia.
Lo primero que hicimos, como de costumbre, fue parar antes de las 12 del mediodía para comprar pan para el picnic, ya que en Francia cierran los comercios a las 12.30h. Paramos brevemente en Ax-les-Thermes, primer pueblo de Francia, y aparte de la "demi-baguette" de siempre nos llevamos uno de los clásicos pastelitos franceses para postre.
Después de 300km ascendiendo por el centro de Francia paramos a comer en un parque natural cerca de Cahors. Sí, a comer en pleno centro de un parque natural. ¡Estos franchutes son imbéciles, en los parque nacionales de Francia puedes comer, hacer camping, picnic, fumar, pasear, recorrerlo en coche...! Supongo que aquí en Francia los parques son para uso y disfrute de los franceses.
Elegimos una mesita a la sombra y saqué el kit de picnic -ya os he comentado de qué consta el kit- para preparar la comida con los productos que compramos en Andorra.
En este viaje nos hemos traído una pequeña nevera eléctrica con lo cual podemos tener mantequilla, esencial para los quesos franchutes, vino tinto a 20º y alguna cerveza.
El primer picnic fue pobre, no teníamos mucho donde elegir, pero todo un lujo en Francia ya que
nos trajimos un taco de jamón de La Alpujarra y unas almendras fritas que preparé antes de salir en Valencia.
De todas formas, como he comentado en muchas ocasiones, teniendo jamón y queso es suficiente para preparar toda una fiesta gastronómica con un buen vino.
Abrimos una de las botellas de Cynar que compramos en Andorra para los aperitivos en el viaje. El Cynar nos lo tomamos a palo seco y sin contemplaciones, aunque se debe tomar con hielo y una cortadita de piel de naranja, es amargo pero posiblemente es la bebida alcohólica más sana y medicinal que hay para la circulación y el hígado.
Y entre putaditas, aperitivos y demás placeres gastronómicos, recogimos y nos fuimos a buscar un pequeño pueblo para hacer el simulacro de tomar café en uno de esos "bistrós" típicos que te sirven "aguachirri".
De vuelta a la carretera pasamos varios puntos de control del ejercito y policía GRS. Un día os hablaré de esta policía.
A nosotros no nos pararon en ningún momento, se notaba que buscaban algo en concreto.
De toda formas a la gente se le ve tranquila y nada preocupada, y en cierto modo es así, tenemos mil veces más posibilidades de morir de cualquier cosa antes que de un atentado terrorista.
Sobre las 18h llegamos a Saint-Pourçain-sur-Sioule, un pequeño pueblo cerca de Vichy donde nos alojamos en un Ibis Budget. Estos hoteles están muy bien relación precio calidad para pasar una breve estancia o hacer noche de paso, disponen de wifi y de todos los servicios esenciales. La habitación para tres personas cuesta 45 euros. Estos hoteles son la gama económica de los Ibis.
Después de acomodarnos rápidamente nos arreglamos para dar una vuelta por el pueblo y a descubrir algún restaurante simpático para cenar a la hora francesa.
Saint-Pourçain-sur-Sioule es un pueblo pequeño pero como la mayoría de los pueblos franceses tiene su encanto, por lo menos para mí.
A pesar de que Saint-Pourçain-sur-Sioule pertenece a la Francia profunda, no me negarán que el pueblo no es bonito y nada tiene que ver con los horteras que viven en él.
El pueblo es coqueto y muy florido, como la mayoría de los pueblos franceses, calles limpias y bien cuidadas lo que convierte el recorrido por sus calles en un agradable paseo rural.
Decidimos cenar en en Auberge du Pont, un pequeño restaurante donde abundaban los gordos y gordas, y no lo digo en plan peyorativo, al contrario, yo nunca entraría a comer a un restaurante donde la mayoría de comensales tuvieran cara de veganos, escuálidos y con pinta de zanahoria raquítica.
Efectivamente mi instinto no me engañó, los platos eran grandes y generosos, la comida bien elaborada y en su punto.
Rosa pidió una ensalada de bloque de foie. Debo recalcar que las ensaladas francesas cuestan unos 11 euros pero no tienen nada que ver con las ensaladas de España, aquí se sirven como un plato más de comida.
La ensalada de foie llevaba lechuga francesa con vinagreta, tomate, tostadas, mantequilla y un bloque grande de foie -no confundir con el paté de foie grass que comemos en España-.
Natalia pidió un pavé de ternera con salsa de echalotes -foto inferior- que sirvieron con patatas fritas, tomates al horno gratinados con un picadillo que no supe averiguar qué era pero estaba buenísimo, y ensalada.
Yo me pedí entrecot que lo sirvieron igual que el plato de mi hija. Mi hija no se lo pudo terminar y yo me tuve que entrenar. Lo cierto es que con dos platos hubiéramos cenado los tres perfectamente.
He de recordar que en los restaurantes de España, el agua y el pan suman un 25% de la factura de la comida y aquí, en Francia, es gratis en ningún restaurante lo cobran. Un detalle que parece tonto pero es muy importante. Es un 25% de la factura.
Después de cenar, un pequeño paseo por el pueblo antes de ir al hotel donde mis chicas se pusieron a leer y a ver la TV francesa antes de dormir mientras yo me dediqué a enredar.
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