Turckheim - Francia
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En la entrada de Turckheim me llamó la atención este árbol platanero o Plátano de sombra, nada que ver con las bananas, con sus grandes orificios en su tronco. Un detalle que pasa inadvertido para los miles de turistas que visitan el pueblo.
Al acercarnos comprobé que el tronco estaba totalmente hueco y observándolo me di cuenta que en su interior lo recorría un tubo de cobre de 10mm de diámetro
de abajo arriba. Era sin duda un pararrayos instalado en la copa del árbol.
Este platanero ha recibido en sus ciento cincuenta años de vida 3 rayos que han ido reventando el tronco. ¡Y ahí está, aguantando con un par!
Explicación: sus profundas raíces al lado del rió y su alta copa propician
la conducción y descarga perfecta para los rayos en las tormentas. Fue en 1960 cuando el pueblo decidió equipar al heroico árbol con un pararrayos para protegerlo. Y ahí está, viendo pasar el tiempo y los turistas anónimamente sin que nadie repare en su historia. *Los rayos no caen,salen de la tierra al cielo. Ver mi artículo ► Los rayos
Pensé que esta historia del platanero merecía una mención por su coraje, valor y aplomo, tres conceptos que difícilmente se entienden hoy en día en España.
Turckheim pertenece al grupo de pueblos preciosos del valle de Alsacia en el alto Rin a unos 15 Km. de nuestro hotel en Munster.
La majestuosidad de las puertas de entrada de Turckheim se pueden comprobar al compararlas con mis chicas que se encuentran junto a ellas y apenas se aprecian.
Una vez entramos en Turckheim descubrimos uno de los pueblo franceses más bonitos de la zona. Y para variar, muy floreado como el resto.
Como cada mañana, lo primero que hacemos es buscar una boulangerie para comprar algún pastel para el postre del picnic y unos croissant para desayunar con el café. Y evidentemente un baguette para nuestra comida campestre habitual. Recuerdo que en Francia cierran los hornos a las 12.30h.
El horno y todos los comercio de Turckheim mantienen las casas con más de 300 años algunas de ellas y a pesar de haberse ido rehabilitando sucesivamente han conservado el mismo etilo y estructuras.
Cualquier rincón de Turckheim es perfecto para hacerme una foto orgulloso con mi hija. Es normal, ¿quién no estaría orgulloso de hacerse una foto con alguien importante? Yo conozco a mi hija, y encima a su madre. ¿Hay alguien más importante que ellas?
Las calles de Turckheim
son todas preciosas, difícil elegir una entre tantos rincones preciosos que estos franceses han sabido conservar y mimar a través de los tiempos.
Los comercios, bares y restaurantes son los principales establecimientos que mantienen la vida comercial en las calles de Turckheim. Y la industria vinícola es el protagonista casi exclusivo de los campos. Estamos en pleno corazón del vino de Alsacia.
Después de patear las calles de Turckheim buscamos, como es habitual, un rincón bonito en las cercanías para comer de picnic en plena naturaleza.
En Francia es fácil, la campiña francesa invade practica mente todo el territorio francés.
Y aquí estamos, yo brindando con una cerveza fresquita gracias a la nevera eléctrica mientras Rosa prepara la habitual ensalada campestre. Hoy con tomate, echalotes, pimiento verde y unas aceitunas rellenas La Española. Cito la marca para españolear un poquito y de paso, joder a los mal nacidos.
Hoy hemos comprado un pollo asado que junto con los quesos franceses y algunas putaditas ha convertido nuestra comida en todo un lujo en plena naturaleza. Y para beber vino de Alsacia que aunque no hace un buen maridaje con esta comida ni con los quesos fuertes, es el vino típico de la zona y es el que debemos beber para, entre otras cosas, valorar los vinos españoles.
Y después de esto a buscar un bistró perdido en alguna aldea perdida para tomar café y al hotel un rato antes de salir a cenar en algún restaurante de la zona.
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